Cuando pienso en mi infancia, hay un lugar especial reservado para las muñecas. Crecer en la generación de Nancy y Barriguita marcó una etapa inolvidable en mi vida.

Estas muñecas no eran solo juguetes; eran compañeras de aventuras, maestras de creatividad y guardianas de momentos inolvidables.

NANCY ELEGANCIA Y ESTILO:

Nancy era el reflejo de una pequeña mujer madura. Sus vestidos elegantes, sus peinados y las posibilidades de cambiar su ropa hacían que jugar con ella fuera una experiencia llena de fantasía y creatividad.

Me encantaba cambiarla de ropa, peinarla y crear historias donde siempre ella era la protagonista.

Sin embargo, también recuerdo los desfíos: al ser una muñeca rígida, a veces era difícil vesirla. La ropa se descosía con facilidad. 

A pesar de ello, Nancy tenía un lugar especial en mi corazón.

BARRIGUITA:

Las Barriguitas eran un mundo aparte. Pequeñas, adorables y llenas de detalles, me permitían imaginar una familia, crear un hogar diminuto y vivir historias entrañables. 

Cada una de ellas tenía una personalidad única, y su tamaño hacía que fueran perfectas para llevarlas a cualquier parte. Siempre estaba conmigo. Lista para acompañarme en mis juegos.

FRESITA, EL INICIO DE MI PASIÓN:

Fresita, mi querida muñeca de tela, ocupó un lugar especial en mi vida. Su aroma a fresas, su textura suave y la calidez que transmitía al abrazarla dejaron una huella imborrable en mi corazón. Ella fue más que un juguete, fue una fuente de consuelo y amor.

Tanto me marcó que, a día de hoy todas mis creaciones llevan ese mismo aroma, para transmitir la magia que sentí cuando la tenía entre mis manos.

LAS MUÑECAS, MUCHO MÁS QUE UN JUGUETE:

Aunque hoy en día algunos consideran que las muñecas son un símbolo de estereotipos, para mi siempre fueron una fuente de aprendizaje y creatividad.

Aprendí a vestirlas, a desarrollar historias y a cuidar de ellas.

Las muñecas me enseñaron a ser creativa, a resolver problemas y a expresar mis emociones.

CANDELA: La Nancy de tela

Cuando creé a Candela, me inspiré en lo que más me gustaba de Nancy: su capacidad para transformarse con cada cambio de ropa y peinado. Pero también quise resolver esos pequeños inconvenientes que recordaba.

 Candela es una muñeca de tela, mucho más fácil de manejar para las manos pequeñas.

Es suave, amorosa y conserva ese espíritu de juego creativo que tanto me marcó en mi infancia.

Con Candela, las niñas pueden disfrutar de la magia de vestirla y peinarla, pero también abrazarla y llevarla consigo a todas partes.

Quiero que mis muñecos transmitan la calidez y la ternura que yo sentí al jugar con mis muñecas.

Por eso, creo cada uno de ellos con amor y dedicación, para que sean más que un simple juguete: un recuerdo imborrable en la vida de quien las reciba.

CONCLUSIÓN:

Las muñecas marcaron mi niñez y me ayudaron a desarrollar mi creatividad, sensibilidad y amor por lo hecho a mano.

Hoy al crear mis propios muñecos de tela, quiero devolver esa magia y transmitirla a las nuevas generaciones.

Porque al final, no se trata solo de un juguete, sino de todo lo que representa: amor, imaginación y compañía.

Espero que te haya gustado esta reflexión.

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Un besito,

Eva.